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miércoles, 31 de agosto de 2011

El silencio de los inocentes, de Jonathan Demme


Segunda parte de la trilogía del personaje de Hannibal Lecter, un psiquiatra asesino que gusta de comerse a sus víctimas, es una de las mejores de sus entregas y donde mejor defendida está, sobre todo, la contra parte. Merece cada minuto que invertís en verla. 

Lo que más llama mi atención es que la historia no se centra en él, sino en su capacidad de interpretar la mente de otro asesino que está suelto y ha secuestrado a la hija de alguien importante. De esta manera tiene mucho más profundidad que simplemente ser un loco: Acá es el loco necesario. 


A través de un vidrio se pasan expedientes, Hannibal coquetea de una forma sádica con Clarisse y parecería que la pecera no lo contiene y que los que están encerrados son los otros. También debe tenerse en cuenta que ella era una cadete, enviada como carnada, entonces el sometimiento a la presencia de él es casi perfecto y la vemos transpirar con cada palabra que le escucha decir al doc. 

La veremos más adelante a esta adorable Jodie Foster pegada a una pared en la oscuridad y una luz verde la dibuja. Está temblando de miedo y alguien que oímos respirar y que nos permite ver a través de sus ojos está esperando. La mariposa ha salido. La transformación de todos está completa. 

Impecable suspenso y un hermoso guión. 

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